Mi mujer llevaba una semana quejandose por todo,
así que una noche me grita:
¡Ponte en mis zapatos y comprenderás!
Te juro que no la comprendí…
Pero los tacones me han quedado ¡sensacionales!
Mi mujer llevaba una semana quejandose por todo,
así que una noche me grita:
¡Ponte en mis zapatos y comprenderás!
Te juro que no la comprendí…
Pero los tacones me han quedado ¡sensacionales!