Un granjero tenía 1.000 gallinas y un gallo. Obviamente, el gallo se murió un día, y el granjero tuvo que ir a comprar uno nuevo.
Al llevarlo a la granja, le dice que se tome las cosas con calma, que 1.000 gallinas son muchas gallinas y que haga lo que pueda sin agobiarse, pero el gallo no le presta demasiada atención.
En cuanto el granjero mete el gallo en el corral, el tio se lanza contra las gallinas y se las empieza a follar; el granjero al principio mira entretenido, pero al cabo de un rato se va al campo.
Cuando vuelve por la tarde, lo primero que ve es que todas las gallinas están hechas polvo; luego descubre que el gallo se ha follado también a dos patos, los gansos, las vacas, los cerdos, las mulas y el caballo; cuando entra en casa, ve que se ha follado también a su esposa, a su hija y a su hijo.
En esto que ve al gallo en el patio, tumbado en el suelo, quieto, y le dice con voz triste:
– «Ves, animal, te has follado a todo bicho en la granja y ahora la has palmado, idiota.»
Pero el gallo se lleva un ala al pico y le chista al granjero, mientras señala con el otro ala a unos buitres que estaban dando vueltas sobre el en el cielo, y luego le dice:
– «No grites, que me los espantas».