Llega un vendedor a una casa, pero se detiene al ver un perro. Asegurándose de que no mordiera, le pregunta al niño que estaba sentado en la entrada:
– Oye niño, ¿No muerde tu perro?
El niño contesta:
– No señor, no muerde es muy mansito.
Una vez seguro, entra a tocar en la puerta interior. El perro se le lanza como un demonio y lo muerde, rasgándole el pantalón, muy enojado, el hombre le reclama al niño:
– Oye niño, ¿No dijiste que no mordía tu perro?
– Es verdad señor, pero resulta que ese no es mi perro, yo vivo en la casa del lado.