SI ERES MUJER Y…
Puedes votar. Recibes igual salario al de un hombre por hacer el mismo trabajo. Fuiste a la universidad. Puedes solicitar cualquier empleo, sin vetos. Puedes recibir y brindar información sobre control de la fertilidad sin ir a la cárcel por ello. Practicas un deporte profesional. Puedes usar pantalones sin ser excomulgada de tu iglesia o humillada en el pilón del pueblo. Puedes casarte sin perder tu apellido y sin que tus derechos civiles sean asimilados por tu esposo. Tienes derecho a rehusar tener relaciones sexuales con tu esposo. Tienes derecho a que tus registros médicos confidenciales no sean divulgados a los hombres de tu familia. Tienes derecho a leer los libros que desees sin supervisión de tu hermano o tutor. Puedes testificar sobre crímenes o daños que tu esposo haya cometido. Puedes obtener un préstamo usando sólo tu nombre y tus antecedentes de crédito, sin aval de marido o tutor. Se te premite testificar en tu propia defensa. Posees propiedades que son únicamente tuyas. Tienes derecho a tu propio salario aun si estás casada o hay un hombre en tu familia. Obtienes la custodia de tus hijas e hijos tras un divorcio. Sabes que si tu marido te pega podrás denunciarlo en comisaría y nadie te sermoneará sobre cómo ser mejor esposa y madre. Se te otorga un título después de ir a la universidad, en lugar de un certificado de haber completado los estudios. Y puedes amamantar a tu bebé discretamente en un lugar público y no ser arrestada por ello…
AGRADÉCESELO A UNA FEMINISTA. Sin la lucha de muchas feministas que reclamaron estos derechos para ti, no podrías gozar de lo que hoy consideras normal. Recuerda también que en tres cuartas partes del mundo las mujeres aún no gozan de estos derechos.