Años de tradición, nos han acostumbrado a una imagen física de Jesús que era antropológicamente absurda e imposible: ningún judío, y Jesús lo fue, de su época y región de residencia podía parecerse ni remotamente a la imagen que el arte cristiano le adjudicó.
Según la información publicada en España por el diario El País (28-3-2001), la BBC, finalmente, se ha atrevido a aproximarse científicamente al posible rostro que pudo tener Jesús. Lo ha hecho con la ayuda de un cráneo judío del siglo I hallado en Jerusalén y de tecnología gráfica digital de última generación. El encargado de la cuidadosa tarea de reconstrucción facial ha sido el prestigioso forense Richard Neave (Universidad de Manchester), que ha tratado de acercarse a la cara original que tuvo el cráneo cubriendo con capas de arcilla la calavera; una técnica que ya había empleado él mismo con éxito para identificar a la víctima calcinada de un accidente ferroviario en Londres, y que es usada habitualmente por la policía a fin de poder identificar cadáveres desfigurados.
El resultado es el nuevo y sorprendente rostro de un Jesús con pómulos y nariz prominentes, cabello rizado y tez morena; nada que ver, claro está, con la pálida, lánguida y suave faz con que se le ha representado siempre. Según Jeremy Bowen, antiguo corresponsal de la BBC en Oriente Medio y presentador de la serie titulada El hijo de Dios, para la que ha sido reconstruido el rostro, ésta podría ser la versión más fiel a la realidad. “Hay muchos varones parecidos a éste en Jerusalén. Es un auténtico judío de la zona y todavía puedes verle hoy pasear por la ciudad repetido en multitud de rostros”, ha dicho.
El cráneo utilizado para la reconstrucción fue elegido por el arqueólogo Joe Zygas, miembro del grupo que inspeccionó el cementerio descubierto durante la construcción de la carretera en Jerusalén. Una vez comprobado que los esqueletos allí incluidos eran judíos por la forma en que estaban alineadas las tumbas y los objetos esparcidos por el terreno, el equipo de expertos fechó la excavación hacia el siglo I de nuestra era. Zygas escogió el cráneo que le pareció más representativo de un vecino de la época y sobre él trabajaron luego Neave y la BBC. El primero reprodujo sin problemas las cejas, la nariz y la mandíbula, que, según él, “vienen dadas por la forma misma del cráneo”. El pelo, la barba y el color de la piel fueron añadidos con ayuda de la BBC, basándose en las caras de Cristo pintadas hacia el siglo III en frescos conservados en Siria e Irak.
Complementaremos esta información con unos breves datos extraídos del libro Mentiras fundamentales de la Iglesia católica.
A juicio de la mayoría de expertos, Jesús nació probablemente entre el año 9 y el 5 a. C. entre los judíos de Palestina y vivió en Nazaret, una modesta ciudad de Galilea, hasta una edad comprendida entre los treinta y cuarenta años, trabajando en el oficio familiar de carpintero?albañil hasta que lo dejó todo para irse al encuentro de Juan el Bautista. Por su oficio se le puede situar entre las clases medias palestinas y ello le puso necesariamente en contacto con los judíos fariseos y su partido, del que debió estar muy próximo aunque no parece que llegara a militar en él. También parece evidente que conoció en profundidad la secta de los esenios y sus ideas, ya que algunas de ellas serán troncales en sus discursos posteriores.
Jesús pasó un tiempo junto al Bautista, hasta el extremo de ser tomado como un discípulo suyo, y allí debió quedar fascinado no sólo por el magnetismo personal de Juan sino por el poder tremendo que intuyó detrás de su mensaje, profundamente revolucionario. Juan el Bautista, al hablar acerca de la proximidad del Juicio Final y de la gracia ofrecida por Dios a todos los arrepentidos, sin excluir a nadie absolutamente ante ese momento último, estaba socavando los cimientos del pesado tabú que había convertido en sospechosas a las masas populares y, en consecuencia, las había excluido de cualquier posibilidad de ser integradas en el “Israel de Dios”. Al ser detenido Juan el Bautista (en algún momento posterior al año 28 d. C. pero anterior al final del año 35 d. C.) y luego ejecutado, Jesús, que ya se había apartado de su círculo, tomó su misión como una continuación y ampliación de la de Juan, dejó de bautizar y comenzó a propagar que el “reino de Dios” no era algo a esperar en el futuro sino que había llegado ya.