El legislador establece normas, prohibiciones y leyes que, en caso de infringirse, llevan asociadas una pena. Pero muy a menudo ocurre que el hecho prohibido deja de tener sentido por el simple paso del tiempo. Y si el legislador no deroga esa normativa, se da el caso de prohibiciones totalmente absurdas.
Veamos una serie de prohibiciones que siguen vigentes en la ciudad de Londres, aunque casi nadie sepa ya de su existencia.
Es ilegal saltarse la cola del metro.
Es ilegal invitar a una copa a un borracho.
No se puede bailar en los pubs ni cantar canciones en la calle.
No está permitido hacer volar una cometa en los parques.
No se pueden sacudir las alfombras en la calle, ni lavar la ropa en una fuente ni tender la colada en los balcones.
Es ilegal conducir ganado por la ciudad entre las 10 de la mañana y la 7 de la tarde.
No se permite llamar a un taxi a gritos y hay que estar vivo para viajar en ellos, ya que los taxistas no pueden transportar cadáveres.
Y algo que será realmente útil al turista que vaya a visitar el Palacio de Westminster:
No se puede entrar el en lugar vistiendo una armadura.
Está prohibido morirse en el edificio, porque el que así lo hiciese tendría derecho a un funeral de Estado.