El agradable olor a tierra mojada al llover después de un período seco tiene su culpable: una molécula llamada geosmina.
La geosmina, que en griego significa olor a tierra, es un alcohol producido por cierta clase de bacterias (Streptomyces) y liberado cuando el microorganismo muere. La sustancia permanece en la tierra hasta que caen las primeras gotas de lluvia, momento en que una pequeña cantidad es arrastrada por la humedad, haciendo que el aire adquiera un olor etéreo (petricor). En la mitología griega, el petricor es la esencia que corre por las venas de los dioses.
Animales como los camellos, algunos insectos y las lombrices se sienten atraídos por el olor de tan curiosa sustancia, ya que su aroma indica que la lluvia se encuentra cerca. Los cactus y otras plantas del Amazonas se aprovechan de esto e incluyen esta fragancia en sus flores. El ser humano percibe la geosmina en concentraciones de hasta 1 parte por cada 10 billones, lo que la convierte en una de las moléculas más olorosas que existen.
Esta molécula es inestable frente a los ácidos, que la descomponen y destruyen su agradable aroma. La lluvia ácida provoca que, cuando llueve, ya no huela a tierra.