Un hombre caminaba por una playa gaditana en profunda oración.
Repentinamente, dijo en voz alta:
“Señor: concédeme un sólo deseo”.
En ese instante el cielo se nubló y la voz poderosa y profunda de Dios dijo:
“Por que has sido fiel a mi en todos los sentidos, te concederé el deseo que pidas”.
El hombre dijo inmediatamente:
“Quiero que construyas un puente hasta Lanzarote para que yo pueda conducir hasta alla cada vez que se me antoje”.
El Señor contesto enseguida:
“tu peticion es extremadamente materialista. Piensa en la complejidad logística de semejante proyecto. ¡Los pilares del puente tendrán que alcanzar el fondo de mi Oceano Atlantico!.
Imagina la cantidad de hormigon y acero que eso requeriría… puedo hacerlo, pero es difícil para mí justificar tu deseo por algo tan mundano.
Tomate un poco más de tiempo y piensa algo que me honre y glorifique…”
El hombre medito durante un largo rato.
Finalmente dijo:
“Señor Padre, he estado casado 4 veces y las cuatro me he divorciado.
Mis mujeres decían de mí que soy desconsiderado e insensible.
Mi deseo es poder comprender a las mujeres. Quiero saber como se sienten por dentro, lo que piensan cuando me someten al tratamiento del silencio, por que lloran, que quieren decir cuando dicen “nada” y como puedo hacer que una mujer se sienta realmente feliz y dichosa”.
Tras unos minutos Dios respondio:
“¿Y ese puentecillo lo quieres de 2 o 4 carriles?”.