Francisco I de Francia utilizó el cuadro de Da vinci para decorar su cuarto de baño de Fontainebleu. En 1800, Bonaparte la llevó a París y en 1804 lo instala en el Louvre, un lugar mucho más digno, ¿verdad?
La Mona Lisa es la obra de arte más reproducida de la historia, por lo que tiene la desventaja de ser “demasiado famosa”. Hoy en día sólo puede verse a través de un grueso cristal antibalas.
Una curiosidad es que no tiene cejas ni pestañas. Aunque hoy en día nos extrañe, era una costumbre común entre las damas florentinas de la época. Sobre la boca de la Mona Lisa, J.E. Borkowski comenta que el rictus bucal es como el de las personas que han perdido sus incisivos o que padecen bruxismo, un hábito que lleva a rechinar los dientes por estrés o durante el sueño.
Es la última gran obra de Leonardo, y de hecho estuvo retocándola hasta sus últimos días, llevándole cuatro años completar el proyecto.