Doctor, doctor, tengo un problema, tengo doble personalidad, dice el paciente desesperado.
En eso el doctor le dice:
No se preocupe que entre los 4 podemos arreglarlo.
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Le dice un tío a otro…
Le dice un tío a otro:
¡Que ha muerto Pedro!
¿Y qué tenía?
Un quiosco.
Un hombre en busca de trabajo
Un hombre en busca de trabajo le dice al jefe de personal:
Vengo a ocupar el puesto del señor que se acaba de ahogar.
Lo siento, llega usted tarde; ya se lo dimos al que lo empujó.
Chiste corto de comida
Dice el brócoli: parezco un arbolito.
Dice la nuez: parezco un cerebro.
Y dice la salchicha: a mí no me gusta este juego!!!
Chistes cortos para la semana
Dos amigas están en un bar, y una le dice a la otra:
– Ya que estamos aquí, en confianza, quiero preguntarte algo… ¿Tu marido tiene pene?
– ¡Pero claro amiga! ¿Por qué?
– ¿Entonces, por qué tiras con el mío?
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Un niño le pregunta a la abuela:
– Abuela, ¿qué tienes en medio de las piernas?
– Una muñequita.
– Pero péinala, ¡parece una loca!
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Jaimito está en una fiesta y le dice a una niña que está sentada:
– ¿Quieres bailar?
– Sí.
– ¡Bueno, vete a bailar y dame la silla que estoy muy aburrido!
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Una pareja iba peleando en el carro. Pasan frente a una hacienda, el esposo ve unos cerdos y le dice a la mujer:
– ¿Familiares tuyos?
– ¡Sí, mis suegros!
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El jefe molesto, le dice a la secretaria:
– ¿Es que no oye el teléfono señorita? ¿Por qué no contesta?
– ¿Para qué, si todas las llamadas son para usted?
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Después de medio siglo de matrimonio, él esposo muere, y al poco tiempo ella también va a parar el cielo. En el cielo, ella encuentra al marido, corre hasta donde él está y le dice:
– ¡Querido! ¡Qué bueno encontrarte!
– ¡No me vengas con tonterías mujer! El trato fue: “Hasta que la muerte nos separe”
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Dos amigas hablando:
– María, ¿qué me das por mi marido?
– Nada.
– ¡Trato hecho!
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Llega un ciempiés, muy desesperado, tocando la puerta de su casa y diciendo:
– Papá, papá, ábreme, que me come un pollo.
– ¡Espérate hijito que me ponga los zapatos!
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– Jaimito, dime una palabra que empiece con J.
– Ayer, señorita.
– Muy mal Jaimito. Tienes cero.
– ¿Ayer no era jueves, maestra?
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Una suegra insoportable se murió, y en su tumba le pusieron:
“Aquí descansa ella. Y en la casa descansamos todos”.