Dice un hombre casado a un amigo:
– “Me casé con mi mujer hace veinte años. Al principio la besaba y abrazaba tanto que ella temía que la asfixiara”.
– “¿Y ahora?”
– “Ahora creo que eso es lo que voy a hacer”.
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Por curioso
Mientras paseaba por el inmenso parque, un hombre vio a otro que estaba abrazado a un árbol, con una oreja ajustada fuertemente contra el tronco. Viendo esto, el hombre preguntó:
– Sólo por curiosidad, ¿qué estás haciendo?
– Estoy escuchando la música del árbol, respondió el otro.
– Vamos, vamos. Tienes que estar bromeando.
– Por supuesto que no. ¿Quieres escuchar?
No pudiendo más con su curiosidad, el paseante dice:
– Está bien…
Así que colocó sus brazos alrededor del tronco y acercó su oreja. Cuando hace esto, va el otro, le pone un par de esposas, le quita la billetera, sus anillos, su reloj, las llaves del coche, toda la ropa y se va corriendo.
Dos horas después, otro caminante pasó cerca, vio al hombre desnudo, esposado al árbol, y le preguntó:
– ¿Qué te ha pasado, hombre?.
El hombre le contó la terrible historia de cómo y porqué se encontraba allí.
Cuando terminó de contarle lo sucedido, el otro movió la cabeza en señal de comprensión, caminó hasta quedar detrás de él, comenzo pasandole la lengua por el cuello mientras rapidamente se bajaba la bragueta, lo besó suavemente en la oreja y le susurro al oido …
– Me parece que hoy no es tu día, campeón…
Todos los días
– ¡Pum, pum, pum! -Simulando disparos contra el repartidor-.
Esto era cosa de todos los días, todos los días. Pero un día el repartidor dijo:
– Ah no, hoy le voy a seguir el juego, porque ya me tiene cansado que todos los días me dispare, aunque sea de mentiras.
Entonces, llega al otro día, entra al patio, y observa que el niño está en el techo, entonces el repartidor le apunta con el dedo y dice:
– ¡Pum, pum, pum, y pum!
Cae el niño al suelo desde el techo, y entonces el repartidor asustado corre hacia él, y le dice:
– Niño, niño, ¿Estás bien?
El niño le responde medio inconsciente:
– ¡Yo nunca te tiré a matar!
¿Cuál es el colmo de un maestro de ortografía?
Que su mujer esté en coma.
Un atlante
Un atlante compró un carro y el señor donde lo compró le dijo que con primera arrancaba, segunda un poco más rápido, tercera rápido, cuarta rapidísimo, y con quinta vuela. Entonces, él llevo a su novia a dar una vuelta e iban en primera, segunda, tercera, y cuarta, rapidísimo, pero en eso se atraviesa un camión y la novia le dijo:
– ¡Cuidado con el camión!
A lo que él respondió:
– ¡No tengas pena que con quinta volamos!